domingo, 2 de junio de 2019

Las condiciones de enseñanza en contextos críticos

Enseñar en la escuela hoy

 

 Enseñar en contextos complejos, difíciles, desfavorables, críticos... Estos términos dan cuenta de las diferentes formas en que nombramos las condiciones actuales en las que, como educadores, nos toca llevar adelante la transmisión de un universo simbólico y cultural a las nuevas generaciones.

 ¿De qué hablamos cuando decimos que hoy los educadores se enfrentan al desafío de educar en contextos críticos? ¿Cuáles son estos contextos? ¿Cómo se visualizan actualmente? ¿Qué tiene de complejo nuestro presente? ¿Dónde radica su dificultad? La complejidad de este tiempo quizás radique, sobre todo, en la densa trama de múltiples y variadas transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas que desde hace tres décadas se vienen sucediendo en todo el mundo, y que han asumido en los distintos países latinoame ricanos rasgos particulares. Así pues, las sociedades actuales se enfrentan con viejos y nuevos problemas que, por supuesto, no afectan del mismo modo a todos los países y/regiones. Estos problemas involucran, entre otras cuestiones, la profundización de la inequidad en la distribución de la riqueza, el debilitamiento de los estados nacionales en la regulación del orden social, la reconfiguración de las jerarquías y relaciones de poder entre los países centrales y los periféricos, dramáticos cambios en el mundo del trabajo que trajeron consigo la disolución de las protecciones sociales para un amplio conjunto de la población y, junto con ello, un aumento de grandes porcentajes de desempleados, la agudización de la pobreza y de la brecha entre pobres y ricos. En otras palabras, se trata de la acentuación de procesos de fragmentación social que se evidencian en el arrojamiento de grandes sectores de la población a situaciones extremas de exclusión y vulnerabilidad social En estas condiciones de desigualdad social, los sujetos se encuentran ante la urgencia de organizar sus vidas en el día a día, en situaciones de profunda incertidumbre acerca de lo que vendrá. El futuro se presenta como un tiempo difícil de proyectar. Se produce, entonces, un cuestionamiento de los marcos de referencia que nos orientaban y, junto con
ello, una pérdida de horizontes que nos enfrenta al desafío de construir otras referencias y sentidos, En este escenario, la escuela no ha permanecido inalterada. Por el contrario, las consecuencias y efectos de las transformaciones antes mencionadas la interrogan profundamente: ¿Cuál es el papel que les cabe a las escuelas en la transformación del doloroso presente que vivimos? ¿Cuáles son sus funciones sociales en este turbulento y complejo contexto? ¿Cuáles son las respuestas y concepciones que sostenemos sobre el oficio de enseñar en el presente? ¿Con qué herramientas contamos los educadores para educar en contextos de agudización de la brecha social entre pobres y ricos? Vamos a empezar a responder a estas preguntas situando, en primer lugar, cómo es que la escuela se hace parte del paisaje social. No debemos olvidar que la escuela es una institución relativamente reciente: consigue instaurarse como un espacio obligatorio hace poco más de cien años, en un contexto de consolidación de los estados nacionales, que echaron mano de ella para alfabetizar a la vez que para hacerse visibles en una población heterogénea. La escuela habilitó y consolidó, a su vez, un modo específico de enseñar, coherente con otras instituciones de la sociedad, que consiguió ser efectivo y reemplazar formas previas de transmisión de la cultura. Nos ocuparemos, entonces, de indagar en qué consiste esta forma específica, que es lo que dio sentido a su expansión y universalización, con qué lógica operó y qué transformaciones viene sufriendo en los últimos años.

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